Entre las múltiples posibilidades que existen entre las energías renovables, la biomasa es una de las más aceptadas socialmente por su gran rendimiento, su ahorro de costes y la estabilidad de sus precios. De ahí que se haya convertido en una alternativa real frente a energías más contaminantes y fluctuantes como puede ser el gasóleo, de hecho, las emisiones de SO2 de la biomasa son muy bajas, apenas 0,02%.
El bajo precio de coste de la materia prima y su estabilidad se debe a que no es una energía que dependa de los mercados internacionales, sino que en gran medida ya son muchas las empresas nacionales que producen y surten este combustible sin necesidad de importarlo de otros países. Esta característica permite que la inversión inicial sea rápidamente compensada y permita elaborar un plan de amortización más realista.
A ello, se suma que el desgaste de las calderas de biomasa es mucho menor que otras, por lo que la vida útil se alarga y las operaciones de mantenimiento se reducen además de ser más sencillas y, por lo tanto, más económicas.
En definitiva, reducimos las emisiones de gases contaminantes, fomentamos el desarrollo de nuevas empresas innovadoras, se generan puestos de trabajo, ayuda a reducir incendios, aprovecha los residuos y contribuye a la reforestación, entre otros ¿Hacen falta más motivos? ¡Llámanos! Estudiaremos tu caso gratuitamente y sin ningún compromiso.